La última cima
He de confesar que cuando se empezó a hablar de “La última cima” me mostré muy negativo pensando en una película demasiado angelical, edulcorada, clerical y sectaria para grupos reducido.
He de confesar que me fue creando algo de curiosidad después del preestreno hasta que llegó a los cines de Ourense. Leyendo, oyendo y viendo críticas fui rompiendo ese primer prejuicio que me había creado.
He de confesar que la vi ayer y me encanto. Utiliza un lenguaje actual, interrogativo, provocador que te hace ir pensando en tú vida a la par que estás viendo el documental.
He de confesar que salí del cine pensando, “gracias Dios porque soy cura”. No es que esté en una crisis existencial, ni de fe, pero sí después de un año en el que los curas en medios audiovisuales, aparecíamos como los “cocos” de la sociedad, aparece un documental de un cura que no es ladrón, ni pederasta... e interpela sobre la misión sacerdotal que tenemos en este mundo.
He de confesar que en un principio pensé que la película fuera un exagerado panegírico del protagonista y al final de todo me di cuenta que el protagonista era DIOS con un actor secundario llamado Pablo. Todos los testimonios que hablaban de Pablo convergen en una misma idea: Dios y sólo Dios.
¿De dónde sale ese ímpetu y fuerza de Pablo? Según el director, se dopaba. Se dopaba con pan y vino, convertido en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Me he sentido identificado en algunos pasajes y testimonio, pero la cruz también esta en carencias que tengo y que hace del documental que me tiré de las orejas.
Terminando diré que el director Juan Manuel Cotelo comunico un mensaje como nadie creo que sería capaz de hacerlo. Mide muy bien los tiempos, mezcla emociones, momentos divertidos, imágenes y música muy bien compaginadas.
Sea cual sea tú idea preconcebida que tengas merece la pena verla.
Pablo buscó la santidad y la santidad tiene que ser algo alegre como transmite el documental.
“Un santo triste es un triste santo”
Gracias Pablo.
Gracias Juan Manuel Cotelo
