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"Luz del Mundo" Benedicto XVI



Mañana martes se presentará en la oficina de prensa de la Santa Sede el libro-entrevista “Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos”, del escritor alemán Peter Seewald con Benedicto XVI. Un libro donde el Papa reconoce que el día de su elección al Pontificado estaba completamente seguro de que no habría recibido esta enorme responsabilidad.
Según algunas anticipaciones que se han realizado de este libro, su primer capítulo está dedicado al escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia, unos hechos que no cogieron del todo por sorpresa al Santo Padre, aunque admite que las dimensiones de los mismos sí fueron de gran conmoción. “Ver el sacerdocio ensuciado de esta forma y con él la Iglesia católica – admite el Pontífice- ha sido difícil de soportar”.
En este sentido el Papa subraya como evidente que “la acción de los medios de comunicación no estuvo guiada únicamente por la búsqueda de la verdad, sino que existió la intención de desacreditar a la Iglesia”. Al mismo tiempo Benedicto XVI reconoce que dado que se trata de hacer que prevalezca la verdad, hay que agradecerlo porque “sólo porque el mal estaba dentro de la Iglesia, ha sido posible dirigirlo contra ella”. El Santo Padre advierte además contra la amenaza de que la tolerancia sea abolida en nombre de la tolerancia misma. “Nadie –advierte el Pontífice- debe ser obligado a ser cristiano. Pero tampoco nadie debe ser obligado a vivir según esta ‘nueva religión’ como si fuese la única y la verdadera, vinculante para toda la humanidad”.
Otro de los temas importantes abordados en el libro-entrevista son las relaciones con el judaísmo y sobre todo “cuanto sucedió durante el III Reich que impactó de tal manera en los alemanes como para empujar a contemplar al pueblo de Israel con vergüenza, humildad y amor”. En cuanto a la parte de la liturgia donde los judíos se sentían ofendidos, Benedicto XVI explica su modificación en base a la intención de que “no se rezase directamente por la conversión de los judíos en sentido misionero, sino para que el Señor acelere el momento histórico en el que todos estaremos unidos”. Con respecto a Pío XII, el Papa reafirma que hizo todo lo posible por salvar vidas e invita a reconocer que “nadie como él salvó a tantos judíos”.
Las relaciones con el mundo musulmán es otro tema importante de este libro-entrevista. En el mismo Benedicto XVI subraya el carácter tolerante de los cristianos gracias al cual “los musulmanes pueden reunirse en oración en las mezquitas”.
Entre los muchos temas afrontados en las 248 páginas del libro también encontramos el papel de la mujer en la Iglesia. El Papa, retomando a Juan Pablo II, subraya que la Iglesia “no posee la facultad de conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal”. Para Benedicto XVI “las funciones de las mujeres en la Iglesia son tan grandes y significativas que no puede hablarse de discriminación”. Y citando algunas importantes figuras femeninas como María, santa Mónica o Madre Teresa afirma que “en muchos aspectos las mujeres definen mejor el rostro de la Iglesia que los hombres”.
El Santo Padre analiza también la banalización actual de la sexualidad, porque “concentrarse únicamente en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad, y esta banalización representa precisamente la peligrosa razón” por la que las personas ven en la sexualidad una droga en vez de la expresión de su amor. No obstante, añade “pueden existir casos individuales en los que se justifique la utilización del preservativo”. El Papa explica que cuando una prostituta usa un condón podría ser un primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar la conciencia de que no todo está permitido y que no se puede hacer todo lo que se quiera.

El sábado salto en los medios el adelanto relacionado a este último apartado, creo que es interesante contextualizarlo y leer el fragmento entero de la pregunta y respuesta del libro que ya está disponible en la red en lengua inglesa y traducido puede decir algo parecido a esto: "El periodista: Con ocasión de su viaje a África en Marzo de 2009, la política del Vaticano acerca del SIDA una vez más se convirtió en objetivo de la crítica mediática. El veinticinco por ciento de todas las víctimas del SIDA en el mundo están siendo actualmente tratadas en instituciones católicas. En algunos países como Lesotho, por ejemplo, la estadística llega al 40 por ciento. En África usted afirmó que la enseñanza tradicional de la Iglesia ha probado ser el único modo seguro de detener la extensión del VIH. Algunos críticos, incluyendo algunos críticos desde sectores eclesiales, objetan que es una locura prohibir a la población de alto riesgo el uso de condones.
La respuesta del Papa: La cobertura de los medios ignoró completamente el resto del viaje a África a causa de una simple afirmación. Alguien me había preguntado por qué la Iglesia Católica adopta una posición irreal e ineficaz respecto del SIDA. En ese momento, realmente sentí que estaba siendo provocado, porque la Iglesia hace más que nadie. Y mantengo esa afirmación. Porque es la única institución que asiste a la gente de modo cercano y concreto, con prevención, educación, ayuda, consejo y acompañamiento. Y porque no se queda atrás en tratar a muchas víctimas de SIDA, especialmente niños con SIDA. Tuve la oportunidad de visitar uno de estos lugares y de hablar con los pacientes. Esa era la respuesta real: La Iglesia hace más que nadie, porque no habla desde el tribunal de los periódicos, sino que ayuda a sus hermanos y hermanas donde realmente están sufriendo. En mis afirmaciones no estaba haciendo una declaración general acerca del tema del condón, sino que simplemente dije, y eso es lo que causó gran ofensa, que no podemos resolver el problema distribuyendo condones. Ha de hacerse mucho más. Hemos de estar cerca de la gente, hemos de guiarles y ayudarles; y hemos de hacer esto tanto antes como después de que contraigan la enfermedad. De hecho, ya sabe usted, la gente puede conseguir condones cuando quiera de todos modos. Pero esto simplemente muestra que los condones solos no resuelven la cuestión misma. Ha de ocurrir algo más. Mientras tanto, el mismo ámbito secular ha desarrollado la así llamada teoría ABC: Abstinencia, Fidelidad, Condón, donde el condón es entendido sólo como el último recurso, cuando los otros dos fracasan. Esto significa que la exclusiva fijación en el condón implica una banalización de la sexualidad que, en definitiva, es precisamente el origen del peligro de la actitud de no ver ya la sexualidad como la expresión del amor, sino sólo como un tipo de droga que la gente se administra a sí misma. Esa es la razón de que la lucha contra la banalización de la sexualidad sea parte de la batalla por asegurar que la sexualidad sea tratada como un valor positivo y para hacerla capaz de tener un efecto positivo en el conjunto de la persona humana. Puede haber una base en el caso de algunos individuos, como quizá cuando un hombre que se dedica a la prostitución usa un condón, en que esto puede ser un primer paso en la dirección de una moralización, una primera asunción de responsabilidad, en el camino hacia la recuperación de la consciencia de que no todo está permitido, y de que uno no puede hacer todo lo que quiere. Pero no es este realmente el modo de afrontar el daño de la infección por VIH. (Ese modo) realmente sólo puede estar en una humanización de la sexualidad.
Está usted diciendo, entonces, que la Iglesia católica de hecho no se opone en principio al uso de condones?
(La Iglesia) por supuesto no los ve como una solución real o moral, pero en casos particulares, puede haber, sin embargo, en la intención de reducir el riesgo de infección, un primer paso en un movimiento hacia un modo diferente, un modo más humano, de vivir la sexualidad".


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El Papa en el Obradoiro

Hay días que se marcan de una forma muy especial en cada vida. Yo tendré presente el 6 de noviembre de 2010.
La salida la teníamos programada desde el Obispado de Ourense a las 10:30, ibamos entorno a 52 sacerdotes.
A las 12:30 teníamos programada la comida, hora temprana, pero "el comer y el rascar todo es empezar" pero al terminar me di cuenta que "había comido como un cura" paella, pescado, carne, flan y café fue el menú.
Retomamos rumbo a Santiago, siendo corto el trayecto, dado que habíamos comido en sus afueras y ya se empezaban a ver las vallas, globos, banderas y papelitos de colores que delataban que por allí ya había pasado el Papa. Fue en ese momento cuando empecé a notar la emoción que todavía iba escondida y que empezaba a delatarse, no perdiendo detalle de lo que nos ibamos cruzando, mucha policía, la Real Banda de Gaitas de Ourense, gente caminando hacía el centro y lo más llamativo el McDonald's engalanado con globos blancos y amarillos.
Paramos en San Caetano y desde allí rumbo a Fonseca, actual Rectorado de la Universidad de Santiago, donde nos teníamos que revestir. Este trayecto lo hicimos por el casco antiguo donde la aglomeración de peregrinos nos iba indicando que ya estábamos cerca. Nos encontramos con cinco jóvenes que portando una bandera daban a entender que no iba ser un encuentro agradable. No reproduzco sus palabras porque este post puede ser leído en horario infantil. No entramos al trapo, yo simplemente le dediqué una sonrisa a una joven que se dirigía a mí con cierta contundencia. Siendo sincero vi que la sonrisa tuvo mejor resultado que cualquier palabra, aunque reconozco que me hubiese encantado hablar con ella. Esto ayuda también a pensar que los sacerdotes llevamos nuestro ministerio en vasijas de barro, algo frágil que debemos cuidar y que mucha responsabilidad tenemos para que nuestro testimonio no de motivo a que alguna persona se aleje de Dios. ¿Qué motivo tendría esta joven para estar enfadada conmigo sin conocerme?
Pasados los controles pertinente entramos en el salón de actos de Fonseca donde nos revestimos. Los que ibamos a repartir la comunión salimos antes para que nos entregaran el copón y colocarnos en la zona asignada.
Estaba llegando el momento. Tengo visto la plaza de Obradoiro muchísimas veces y con emociones variadas: venir caminando desde Roncesvalles, encuentro con jóvenes,..., pero esta vez era distinta a otra ocasiones. Iba concelebrar con el Papa en mi tierra de Galicia. Iba sentirme comunión con toda la Iglesia universal, iba oír a una persona que me va ganando según avanza su pontificado.
Hubo retraso y eso hizo crecer las ansias de verle. Los cánticos, las frases proclamadas no cesaban y aumentaron cuando en la pantalla se pudo ver que el Papa estaba saliendo del Arzobispado, lo cual anunciaba que pronto llegaría. El Papa había llegado y me encontraba en un sitio privilegiado en el cual se bajaría del Papamóvil a 5 metros. La primera visión directa que tuve de él me dejó estático, eso sí también vi la fragilidad de un hombre de 83 años que manifestaba una ligera timidez.
Los gritos de apoyo al Papa se vieron calmados ante las indicaciones de que ibamos a celebrar la Eucaristía. El silencio fue absoluto, algo que me impacto, pasar de la euforia al recogimiento, de lo humano a lo divino, ibamos a participar en la Eucaristía.
La celebración fue en español, latín y gallego, algo que me impacto, ver al Papa utilizar la lengua que mamé y que utilizo para ser su continuador con mis feligreses. La homilía es el punto fuerte del actual Papa, no tan acostumbrado al lenguaje corporal como Juan Pablo II, pero profundo en sus palabras. Pronunció un mensaje que me dejó como pinceladas la reevangelización que tiene que vivir Europa abriéndose  a Dios, que Dios y el hombre no son antagónicos en la busqueda de la libertad y valentía en el testimonio de los cristianos.
El momento de la consagración fue el de mayor comunión con mi pastor. Sabemos por liturgía que cada vez que celebramos nos unimos a toda la Iglesia y mi celebración esta unida a la celebración del Papa, pero hacerlo tan físicamente cercanos hizo sentirme más unido a esa comunión.
Después de administrar la comunión, tocándome delante de la puerta del Hostal de los Reyes Católicos, y al ir hacer la reserva, una gran alegría el copón con el que habíamos dado la comunión quedaba para nosotros como recuerdo del día.
El canto final "Salve marinera" interpretado por la Escuela Naval de Marín fue el punto final que di motivo a la estampida de aplausos, cánticos y muestras de cariño hacia el papa, acordándole que "Sí, sí, sí, nos vemos en Madrid.
Me siento dichoso de haber podido participar en esta eucaristía. No me encuentro como el que ha participado en el concierto de su vida, no me siento como el que ha visto un famoso, no me siento como el  perteneciente a un grupo que se siente alentado en su doctrina después de un mitín político. Mis sentimientos son más vitales, en poder acercarme a Cristo con el pescador al cual le encomendó la guía de su barca, me siento reafirmado en mi fe y esperanza unida a la de toda la Iglesia, me siento con la paz de ver al representante de Jesús aquí en la tierra.
Una experiencia única de comunión.
Al terminar marchamos en busca del autobús aparcado en la dársena de Juan XXIII y mi sorpresa cuando al pasar al lado de un grupo de gente nos empezó a aplaudir. A dos sacerdotes que no conocían. No eran aplausos personales dado que no nos conocían, manifestaban su cercanía a muestro ministerio, al sacramento que portamos, haciéndonos descubrir el apreció a dicho sacramento. Sabían que eramos sacerdotes, pero no sabían como eramos como personas. Mucha responsabilidad tenemos en esa gracia que nos ha concedido Dios y como decía antes este ministerio lo portamos como vasijas de barro.


Muchos sentimientos guardo en mi corazón que no soy capaz de expresar, pero espero revivirlos si Dios quiere el próximo agosto en Madrid.



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Los santos son de carne y hueso


Hoy es el día de Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila, mística española del siglo XVI, doctora de la Iglesia.
Fue mujer de su tiempo y fue de carne y hueso. Muchas veces cuando pensamos en los santos nos imaginamos  a seres extraordinariamente poderosos y con poderes especiales, es decir a superhombres o supermujeres, inalcanzables en nuestros propósitos de alcanzar la santidad. Sí, la santidad, ya que todos estamos llamados a la santidad.
Puede que nos imaginemos a personas que no tuvieron dificultades en su vida o que nunca pecaron. Pues no, fueron personas con dificultades propias de su época, recordemos las dificultades que le hizo pasar la princesa de Éboli, y que sí pecaron, pero que descubrieron la manera de levantarse y de buscar a Dios, a sus distracciones en la oración se refería a la cabeza como la loca de la casa, o San Pablo de matar Cristianos a amar a Cristo.
Puede que nos imaginemos a personas que vivieron en épocas muy favorables para sus creencias y vemos que creer en aquella época podía ser incluso más complicado que hoy en día debido a la relajación, fruto de los pontificados o también la reforma protestante que estaba surgiendo.
Es decir, los santos no son de una época concreta ni de una pasta concreta, sino personas que encontraron a Dios en las circunstacias personales que les toco vivir cada cual, es decir, a lo que debemos aspirar.
Sin ánimo de hacer un estudio sobre la santidad, recojo los textos del Vaticano II sobre la santidad, por la importancia que tiene que la Iglesia haya hecho oficialmente esta llamada y por la utilidad que puede reportar el hallar los textos resumidos. La Iglesia extiende a todos el concepto de santidad y el deber de ser santos que parece quedaba para quienes militaban en los estados de consagrados (Obispos, curas, monjas...)

1. Llamada universal a la santidad
«Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» («Lumen gentium» 11. c).
«El Divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos ya cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador. «Sed pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48. (Ibid. 40, a).
«Si bien en la Iglesia no todos van por el mismo camino, sin embargo todos están llamados a la santidad y han alcanzado idéntica fe por la justicia de Dios» (cf 2 Pe 1,1) (Ibid. 32, c).
«(...) en la Iglesia, todos, lo mismo quienes pertenecen a la Jerarquía que los apacentados por ella, están llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: "Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación " (1 Tes 4,3; cf Ef 1,4» (Ibid. 39).
«Quedan (...) invitados, y aun obligados, todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado» (Ibid. 42, e).

2. La santificación, obra divina
«Cristo, Señor, Hijo de Dios vivo (...) vino a salvar de los pecados a su pueblo ya santificar a todos los hombres...» («Christus Dominus», 1)
«(...) fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu» (cf Ef 2, 18) («LumenGentium», 4, a).
«(...) el Espíritu Santo, que obra la santificación del Pueblo de Dios por medio del ministerio y de los sacramentos, da también a los fieles (1 Co 12, 7) dones peculiares» («Apostohcam actuositatem., 3, d.).
«La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia» (Ibid. 41, g.).

3. Naturaleza de la santidad
«... con el ejemplo de los santos aprendemos el camino más seguro por el que, entre las visicitudes mundanas, podremos llegar a la perfecta unión con Cristo o santidad, según el estado y condición de cada uno» («Lumen gentium», 50, b.).
«... todos los fieles están llamados a la plenitud de la vida cristiana ya la perfección de la caridad y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena» (Ibid. 40, b.).
«... todos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o circunstancias de su vida ya través de todo eso, se santificarán más cada día si la aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina» (Ibid. 41. g.)

4. La ejemplaridad en orden a la santidad
«Por lo mismo que los bienaventurados están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad...» (Ibid. 49)
«Los Obispos no teman entregar su vida por las ovejas, y hechos modelos para la grey (cf 1 Pe 5,3), estimulen a la Iglesia, con su ejemplo, a una santidad cada día mayor» (Ibid. 41, b.).
«...los presbíteros abunden en todo bien espiritual y sean para todos un vivo testimonio de Dios, émulos de aquellos sacerdotes que, en el decurso de los siglos, con frecuencia en un servicio humilde y oculto, dejaron un preclaro ejemplo de santidad...» (Ibid. 41. c.)
«Gracias precisamente a los padres, que precederán con el ejemplo y la oración en familia, los hijos y aun los demás que viven en el círculo familiar, encontrarán más fácilmente el camino del sentido humano, de la salvación y de la santidad» («Gaudium et spes». 48).

5. Medios de santificación
«...la caridad, como vínculo de perfección y plenitud de la ley (cf Col 3, 14; Rom 13,10), rige todos los medios de santificación, los reforma y los conduce a su fin» («Lumen gentium». 42, a).
«En ella (la Liturgia) los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre...» («Sacrosanctum Concilium», 7 c)
«... bien cumplido, ese ministerio será también para ellos (los Obispos) un magnífico medio de santificación» («Lumen gentium». 41, b.).
«Los presbíteros conseguirán de manera propia la santidad ejerciendo sincera e incansablemente sus ministerios en el Espíritu de Cristo» («PresbyterorumOrdinis». 13 a.).
«...Los presbíteros por las mismas acciones sagradas de cada día, como por todo su ministerio, que ejercen unidos con el Obispo y los presbíteros, ellos mismos se ordenan a la perfección de vida» (Ibid. 12, c.).
«... entre todas las ayudas espirituales descuellan aquellos actos por los que se nutren los fieles de Cristo con la Palabra de Dios en la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la Eucaristía; de cuánta importancia sea su frecuencia para la santificación propia de los presbíteros, es cosa que a nadie se le oculta» (Ibid. 18. a.).
«...los presbíteros tengan presente cuánto favorece a su santificación la fiel unión y generosa cooperación con su propio Obispo» (Lumen gentium», 41, c. ).

6. Santificación del hombre y del mundo
«... en el mundo, los seglares están llamados por Dios para que, desempeñando su propia perfección guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento» (Ibid. 31, b.).
«Muchas son las formas de apostolado con que los seglares edifican a la Iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo» (Apostolicam actuositatem», 16, c.).
«Ejercen los seglares... el apostolado con su trabajo por evangelizar y santificar a los hombres y por perfeccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal...» (Ibid.. 2, b).
«Con la Liturgia se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin» (Sacrosanctum Concilium», 10, b.).

7. Progreso constante en la santificación
Los bautizados es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron» (Lumen gentium», 40, a.).
«...los presbíteros por la santidad de que están enriquecidos en Cristo pueden avanzar hasta el varón perfecto» («Presbyterorum Ordinis», 12, b.).
«Es necesario que los seglares avancen por este camino de la santidad con espíritu decidido y alegre, esforzándose por superar las dificultades con prudente paciencia» («Apostolicam actuositatem», 4, a).
«...los trabajadores, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas, asciendan mediante su mismo trabajo diario a una más alta santidad, incluso como proyección apostólica» («Lumen gentium», 41, e.).







"Entre pucheros también se puede servir a Dios"




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Fiesta de la Virgen del Rosario

La Batalla de Lepanto




En tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy superior en número y buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo de cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.


Puedes leer el post en su fuente original aquí:



Fiesta de la Virgen del Santo Rosario



A pesar de que el video va dedicado al mes de Mayo, Mes de María, nos habla del rosario.


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San Francisco de Asís



ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Señor Hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio siembre yo tu amor.
Donde haya injuria perdón.
Donde haya duda fe,
Donde haya deseperación esperanza;
Donde haya oscuridad déjame traer luz
y Dónde haya tristeza alegría.
Oh divino Maestro, Concédeme que no busque
Ser conolado sino consolar;
Ser comprendido sino comprender;
Ser amado sino amar.
Es dando que recibimos;
Es perdonanado que somos perdonados
y Es muriendo que nacemos a la vida eterna.
Amén.

Cuando pensamos que hemos alcanzado un horizonte, y la meta ya está conseguida, levantamos la mirada a lo lejos y se nos presenta otro horizonte. Las utopías existen y no porque sean inalcanzables tenemos que renunciar a ellas. Cuanto camino queda por andar.

Os dejo una canción de la Hermana Glenda en relación a la oración de San Francisco.





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