Carta dirigida a Maruja Torres

Señora Torres,

He tenido la delicadeza de leer su artículo, "El sexo de los curas", publicado en El País, y quisiera dirigirme a vuestra usía, por si la casualidad del ciberespacio, hiciera posible que viera estas palabras.
Me presento, soy un "susodicho", un "sujeto", un "mutilado emocionalmente" y todas esas santas lindezas que sin conocerme, me y nos dedica, aunque me siento más elogiado con sus palabras, en comparación a las que en otras ocasiones su educación dedicó, por ejemplo, usted llamó putas a 10.000.000 de mujeres aquí en España. Es un número inexacto, pero aunque lo dejemos en 5, 4, 3, 2 o incluso 1 millón no deja de ser una lindeza. Desde el domingo, en el que leí su artículo, estuve esperando a tener un hueco libre para dirigirme a vuestra usía, y he aquí el motivo de mi carta.
Decirle que soy una persona que desde hace 13 años hizo sus promesas de vivir castamente, y quisiera pedirle perdón por no actuar como le gustaría a usted. Primeramente, le diré que se confunde cuando dice que me lo impusieron, al usted hablar de "celibato obligatorio" Yo era consciente del paso que estaba tomando, nadie me lo impuso, ni nadie atentó contra mi libertad obligándome a tomar esa decisión. En algo quisiera, y creo que estará en acuerdo conmigo, este paso, al igual que el matrimonio, la convivencia, etc... hay que darlo con una madurez afectiva, a nadie deberían ordenar sacerdote sino ha alcanzado una madurez afectiva, sino es cuando pueden llegar a producirse las desviaciones, las degeneraciones, las atrocidades de los mal nacidos pederastas. Los delitos de pederastia no son fruto de la castidad, repito por si no se me oyó, ¡LOS DELITOS DE PEDERASTIA NO SON FRUTO DE LA CASTIDAD!
Siento mucho que me trate como un autómata sin capacidad de sentimiento, admiración, de amar, de sufrir, de llorar... porque me da la impresión que reduce el concepto de SEXUALIDAD al de GENITALIDAD. Yo, si he renunciado a una genitalidad a lo que usted pone como "...el estremecimiento de la piel desnuda de otro rozando la propia...", pero no he renunciado al estremecimiento que si me produce el abrazar, querer, llorar y amar a otras personas, a pesar de que vayan vestidas. Y esa castidad que me toca vivir a mi le toca vivir, creo yo, a muchas personas que hicieron un compromiso de fidelidad sean sacerdotes, sean parejas, matrimonios, etc... Por supuesto, si en nuestros valores, entra el concepto de fidelidad. 
Dice que sólo hablamos teóricamente, pero creo que en ese mismo pecado está cayendo usted al hablar de nosotros que sin saber habla como si nos hubiese parido. Voy a utilizar una comparación, aunque son odiosas, un médico para curar un cáncer no tiene que haberlo padecido con anterioridad.
Pero, perdón por meterme donde no me llaman ya que el escrito suyo iba dirigido a esos "padres católicos" que tienen la desfachatez de mandar a sus hijos a un colegio que tienen ideario católico. Muchas veces pienso en esas personas que enarbolan la bandera de la libertad pensando que son ellos los únicos que la pueden coger y por eso no se la dejan a nadie. Supongo que esos pobres padres tendrán la libertad suficiente e incluso pienso que la capacidad para poder decidir por si. Habla del tejido social como si fuera usted la que tejió la manta de España y que sólo debe tener sus miras, perdone que me levante, pero ya leí su artículo y me he sentado a dedicarle unas palabras. Sólo le diré que YO ME CONFIESO Y LE PIDO PERDÓN POR NO PENSAR COMO USTED.


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3 comentarios:

Fray Emilio, Capuchino dijo...

Buena respuesta. Me quitaría el sombrero, pero no suelo usarlo :)

Xoán González dijo...

Suscribo tu respuesta. Efectivamente, ya casi nadie distingue entre sexualidad y genitalidad... y parece que la castidad es incómoda para quien no la comprende... yo intenté vivir casto: no fui capaz y lo he aceptado. Pero ni intento imponer mi forma de vivir a nadie ni generalizo mi percepción de una opción que, en manos de personas auténticas (que son la gran mayoría de los célibes), contribuyen a seguir creyendo en que el camino del ser es posible: no todo es tener, poder y placer.

Rafael dijo...

La indigencia moral e intelectual de Maruja Torres, esa bruja avería del periodismo patrio, le viene de lejos. No es nuevo que excrete su miseria y su inquina sobre todo lo que desprecia. Hacerle caso creo que sólo se lo hace el barman que le pone los lingotazos con los que se prepara para escribir sus artículos.
Ups, perdón, creo que estoy siendo demasiado sincero sobre lo que pienso de ella. Será cosa del celibato, o no.
Un saludo.

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