Los santos son de carne y hueso


Hoy es el día de Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila, mística española del siglo XVI, doctora de la Iglesia.
Fue mujer de su tiempo y fue de carne y hueso. Muchas veces cuando pensamos en los santos nos imaginamos  a seres extraordinariamente poderosos y con poderes especiales, es decir a superhombres o supermujeres, inalcanzables en nuestros propósitos de alcanzar la santidad. Sí, la santidad, ya que todos estamos llamados a la santidad.
Puede que nos imaginemos a personas que no tuvieron dificultades en su vida o que nunca pecaron. Pues no, fueron personas con dificultades propias de su época, recordemos las dificultades que le hizo pasar la princesa de Éboli, y que sí pecaron, pero que descubrieron la manera de levantarse y de buscar a Dios, a sus distracciones en la oración se refería a la cabeza como la loca de la casa, o San Pablo de matar Cristianos a amar a Cristo.
Puede que nos imaginemos a personas que vivieron en épocas muy favorables para sus creencias y vemos que creer en aquella época podía ser incluso más complicado que hoy en día debido a la relajación, fruto de los pontificados o también la reforma protestante que estaba surgiendo.
Es decir, los santos no son de una época concreta ni de una pasta concreta, sino personas que encontraron a Dios en las circunstacias personales que les toco vivir cada cual, es decir, a lo que debemos aspirar.
Sin ánimo de hacer un estudio sobre la santidad, recojo los textos del Vaticano II sobre la santidad, por la importancia que tiene que la Iglesia haya hecho oficialmente esta llamada y por la utilidad que puede reportar el hallar los textos resumidos. La Iglesia extiende a todos el concepto de santidad y el deber de ser santos que parece quedaba para quienes militaban en los estados de consagrados (Obispos, curas, monjas...)

1. Llamada universal a la santidad
«Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» («Lumen gentium» 11. c).
«El Divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos ya cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador. «Sed pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48. (Ibid. 40, a).
«Si bien en la Iglesia no todos van por el mismo camino, sin embargo todos están llamados a la santidad y han alcanzado idéntica fe por la justicia de Dios» (cf 2 Pe 1,1) (Ibid. 32, c).
«(...) en la Iglesia, todos, lo mismo quienes pertenecen a la Jerarquía que los apacentados por ella, están llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: "Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación " (1 Tes 4,3; cf Ef 1,4» (Ibid. 39).
«Quedan (...) invitados, y aun obligados, todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado» (Ibid. 42, e).

2. La santificación, obra divina
«Cristo, Señor, Hijo de Dios vivo (...) vino a salvar de los pecados a su pueblo ya santificar a todos los hombres...» («Christus Dominus», 1)
«(...) fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu» (cf Ef 2, 18) («LumenGentium», 4, a).
«(...) el Espíritu Santo, que obra la santificación del Pueblo de Dios por medio del ministerio y de los sacramentos, da también a los fieles (1 Co 12, 7) dones peculiares» («Apostohcam actuositatem., 3, d.).
«La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia» (Ibid. 41, g.).

3. Naturaleza de la santidad
«... con el ejemplo de los santos aprendemos el camino más seguro por el que, entre las visicitudes mundanas, podremos llegar a la perfecta unión con Cristo o santidad, según el estado y condición de cada uno» («Lumen gentium», 50, b.).
«... todos los fieles están llamados a la plenitud de la vida cristiana ya la perfección de la caridad y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena» (Ibid. 40, b.).
«... todos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o circunstancias de su vida ya través de todo eso, se santificarán más cada día si la aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina» (Ibid. 41. g.)

4. La ejemplaridad en orden a la santidad
«Por lo mismo que los bienaventurados están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad...» (Ibid. 49)
«Los Obispos no teman entregar su vida por las ovejas, y hechos modelos para la grey (cf 1 Pe 5,3), estimulen a la Iglesia, con su ejemplo, a una santidad cada día mayor» (Ibid. 41, b.).
«...los presbíteros abunden en todo bien espiritual y sean para todos un vivo testimonio de Dios, émulos de aquellos sacerdotes que, en el decurso de los siglos, con frecuencia en un servicio humilde y oculto, dejaron un preclaro ejemplo de santidad...» (Ibid. 41. c.)
«Gracias precisamente a los padres, que precederán con el ejemplo y la oración en familia, los hijos y aun los demás que viven en el círculo familiar, encontrarán más fácilmente el camino del sentido humano, de la salvación y de la santidad» («Gaudium et spes». 48).

5. Medios de santificación
«...la caridad, como vínculo de perfección y plenitud de la ley (cf Col 3, 14; Rom 13,10), rige todos los medios de santificación, los reforma y los conduce a su fin» («Lumen gentium». 42, a).
«En ella (la Liturgia) los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre...» («Sacrosanctum Concilium», 7 c)
«... bien cumplido, ese ministerio será también para ellos (los Obispos) un magnífico medio de santificación» («Lumen gentium». 41, b.).
«Los presbíteros conseguirán de manera propia la santidad ejerciendo sincera e incansablemente sus ministerios en el Espíritu de Cristo» («PresbyterorumOrdinis». 13 a.).
«...Los presbíteros por las mismas acciones sagradas de cada día, como por todo su ministerio, que ejercen unidos con el Obispo y los presbíteros, ellos mismos se ordenan a la perfección de vida» (Ibid. 12, c.).
«... entre todas las ayudas espirituales descuellan aquellos actos por los que se nutren los fieles de Cristo con la Palabra de Dios en la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la Eucaristía; de cuánta importancia sea su frecuencia para la santificación propia de los presbíteros, es cosa que a nadie se le oculta» (Ibid. 18. a.).
«...los presbíteros tengan presente cuánto favorece a su santificación la fiel unión y generosa cooperación con su propio Obispo» (Lumen gentium», 41, c. ).

6. Santificación del hombre y del mundo
«... en el mundo, los seglares están llamados por Dios para que, desempeñando su propia perfección guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento» (Ibid. 31, b.).
«Muchas son las formas de apostolado con que los seglares edifican a la Iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo» (Apostolicam actuositatem», 16, c.).
«Ejercen los seglares... el apostolado con su trabajo por evangelizar y santificar a los hombres y por perfeccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal...» (Ibid.. 2, b).
«Con la Liturgia se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin» (Sacrosanctum Concilium», 10, b.).

7. Progreso constante en la santificación
Los bautizados es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron» (Lumen gentium», 40, a.).
«...los presbíteros por la santidad de que están enriquecidos en Cristo pueden avanzar hasta el varón perfecto» («Presbyterorum Ordinis», 12, b.).
«Es necesario que los seglares avancen por este camino de la santidad con espíritu decidido y alegre, esforzándose por superar las dificultades con prudente paciencia» («Apostolicam actuositatem», 4, a).
«...los trabajadores, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas, asciendan mediante su mismo trabajo diario a una más alta santidad, incluso como proyección apostólica» («Lumen gentium», 41, e.).







"Entre pucheros también se puede servir a Dios"




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2 comentarios:

Sonsoles dijo...

Buenas noches:
Siento no haberle visitado antes, he estado en un periodo entre duelo y reflexión.
Me encanta esta entrada del día 15 de Octubre, aunque quería puntualizar un apunte que ha hecho: "La loca de la casa" no era la "cabeza", si no la "imaginación". Disculpeme mi indiscreción.
Me ha alegrado ver esta entrada, porque mi madre que se llama Teresa, murió el 12 de Julio de un aneurisma irreversible, provocado por la detonación de un camión bomba, en las intermediaciones de la Embajada de España en Bagdad, a esta Santa, siento que le debo un montón.
1º) Por darme a una mamá inigualable.
2º) Por haber conseguido que yo me hiciera el camino de Santiago, y cuando llegué al Monte del Gozo, oir como Vitoreaban "Santa Teresa" un grupo que iba con ese mismo nombre, todo fue muy casual, en mi grupo de Acción Católica, me dejaron ir a mi paso, y llegué con el grupo de "Santa Teresa" Providencial ¿no?
3º) Porque el funeral de mi mamá se celebro ese mismo día.
Gracias.
Siempre recuerdo su blog

Unknown dijo...

Hola Sonsoles: madre no hay más que una y la tuya sigue estando ahí para que nosotros recemos por ella y para que ella le hable a Dios de nosotros.
Santa Teresa es un modelo que nos deja ver esa unión íntima entre nosotros y Dios. Tienes la suerte de conocer a esta Santa y también poder tratar de comprender sus enseñanzas. ¡Aprovéchate de eso!
Un saludo muy grande y unido en la oración

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